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COSICAS DE MI CAMPO

Mis artículos sobre algunas tradiciones del Campo de Cartagena.

LA BOLA MÁS LARGA DE CARTAGENA

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Ortofotografía del año 1945 del juego de bolos largos de La Palma, de unos 200 metros de longitud -flecha blanca, junto a un carril de bolos cartageneros-. Y un concurso de la bola más larga de la prensa del año 1895.
Desde tiempos pretéritos innumerables variedades de juegos y deportes, algunos extraños e inusuales, basan la competición en la capacidad de lucha, fuerza, lanzamiento, salto o carrera de los participantes. En eventos locales, regionales y mundiales, los triunfadores reciben la admiración y el reconocimiento social ante la habilidad y destreza demostrada.
Las fiestas atléticas de los antiguos Juegos celebrados en la ciudad de Olimpia contaban entre sus disciplinas con el lanzamiento de jabalina y de disco, este último representado fielmente por la silueta de la famosa escultura del discóbolo de Mirón.
En todos los territorios los juegos y deportes evolucionaron y se adaptaron a la idiosincrasia y costumbres de sus pobladores, formando parte de sus tradiciones y manifestándose popularmente. No eran partidos de bolos cartageneros ni de los desaparecidos bolos largos cuando en nuestra tierra, en ocasiones y especialmente en fiestas, se organizaban competiciones de ‘la bola más larga’, una hercúlea modalidad del Campo de Cartagena disputada en terrenos preparados de gran longitud, donde destacaba la fuerza o capacidad de lanzamiento lejano de una bola de madera de nuestro autóctono árbol jinjolero, quedando constancia mediante una bandera del record alcanzado hasta ese momento en el concurso. El vencedor era agasajado con diferentes premios, inferiores a la honra y el prestigio de ser el mejor ‘discóbolo’ de su tierra, perpetuándose en la memoria colectiva de los aficionados la silueta de lanzamiento de los boleros más largos, a menudo ‘por debajo del brazo’ o estilo ‘pastor’, término derivado de la maestría lograda en este antiguo oficio al controlar el ganado mediante el lanzamiento de piedras. Como los juegos de bolos no solían estar perfectamente arreglados, era importante la perspicacia del participante para intuir la mejor zona del terreno por donde podía rular la bola, siendo los lanzamientos rasos los que alcanzaban mayores longitudes. Los grandes lanzadores a largo solían tener mucho nervio, o eran personas corpulentas acostumbradas al duro trabajo físico de aquellos años.
Se recuerdan desafíos de la bola más larga hasta principios de los años 80, en campos como “El Limonar” en La Aljorra. Las nuevas modas y costumbres junto al éxodo rural entre otros factores, afectaron a la conservación de las tradiciones locales en este mundo cada día más globalizado. Sin embargo, otras regiones sí supieron mantener sus arraigadas costumbres, como diversas modalidades de levantamiento, juegos de pelota o lucha, de las que hoy día se sienten orgullosos y han interiorizado como símbolo de identidad. Algo pudo hacerse mejor cuando estos populares concursos del Campo de Cartagena desaparecieron sin dejar rastro en los antiguos manuales de historia y tradición local.
En el camino hacia la recuperación de viejas costumbres y revalorización del legado de nuestros antepasados, son ínfimos los recursos necesarios para recrear un desafío de la bola más larga. Con el apoyo de las fuerzas vivas de nuestra comarca -asociaciones, comisiones de fiestas, patrocinadores…- y la elección adecuada del momento temporal y festivo que garantice una afluencia de participantes, ¿qué joven no se probaría a lanzar una bola ante la incógnita de saber hasta dónde puede llegar, si además goza de un interesante premio? Múltiples ubicaciones serían viables, como un tramo desbrozado de 200 metros de la Rambla de Benipila a la altura del Estadio Carthagonova, con sus puentes y márgenes como graderío improvisado.
Recojamos el testigo de todos los participantes que practicaron este juego autóctono, y garanticemos el disfrute de tan preciada tradición para futuras generaciones. Rescatemos la emoción de un tiempo pasado.

COMARCA NATURAL DEL CAMPO DE CARTAGENA

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Zona clareada: aproximación orográfica a los límites de la comarca natural del Campo de Cartagena, mediante interpolación de los puntos que delimitan la expansión sobre el territorio de los juegos de bolos, molinos de viento y caliche cartagenero de principios del siglo XX.
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Catálogo de antiguos juegos de bolos largos, ya desaparecidos. Se observa que abarcaban la comarca natural del Campo de Cartagena, siendo una tradición tan popular que incluso se practicaba en otros municipios contiguos. Se puede consultar con detalle en el siguiente enlace 
https://www.google.com/maps/d/viewer?mid=13SMBPajynV4hBJJUzYPq_kiF0kIzdtjq
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El Campo de Cartagena es una comarca natural ubicada en el sureste de la Península Ibérica, una llanura que se extiende desde la Sierra de Carrascoy hasta el Mar Mediterráneo. Uno de los accidentes geográficos más singulares del Campo de Cartagena es la albufera del Mar Menor, habitualmente denominada laguna litoral de agua salada. Un territorio de ricas costumbres que durante siglos han sido compartidas y transmitidas por nuestros ancestros. Tradiciones que brotan como agua de manantial y llenan, por cercanía, la planicie del Campo de Cartagena.

De origen incierto y probablemente heredado de otras zonas de España o de Europa, el juego de bolos nacido en algún enclave de nuestra comarca se propagó en nuestra tierra y se moldeó con su idiosincrasia. Desde jóvenes nuestros antepasados abrazaban los nuevos juegos y costumbres que se difundían por vecindad mediante vehículos de tracción humana y animal entre los diferentes caseríos y zonas habitadas de nuestro campo. Es la cultura transmitida por proximidad mediante los lentos y precarios sistemas de transporte de la época, permitiendo que nuestras tradiciones dibujaran en el territorio un área de expansión natural, una comarca, merced a su práctica en nuestra sociedad durante décadas. A la inversa, era la propia orografía la que facilitaba o dificultaba la reproducción de nuestro estilo de vida. Disponer solo de aquellos antiguos caminos para atravesar una sierra restaba inercia y posibilidad de transferencia de hábitos y vivencias populares. En consecuencia, era la ubicación y configuración geográfica del territorio la que definía las comarcas naturales como zonas diferenciadas con sus costumbres y modos de vida. Las actuales vías de comunicación y transporte y las políticas sociales, económicas y culturales empleadas, lejos de potenciar estas evidencias físicas y etnográficas han diluido parcialmente la configuración presentada.

Además de los juegos de bolos, entre otros, trazaron semejante linde nuestros molinos de viento de vela latina y el caliche cartagenero, mostrando una misma porción homogénea del territorio para estas prácticas culturales. 

Es la comarca natural del Campo de Cartagena, un espacio geográfico indivisible que incluye el Mar Menor, y que atendiendo a la actual organización del territorio en municipios abarca -entre otros-  los términos municipales íntegros de Cartagena, La Unión, Los Alcázares, San Javier, San Pedro del Pinatar, Torre Pacheco, Fuente Álamo y Mazarrón. 

 

RESCATEMOS LA EMOCIÓN DE UN TIEMPO PASADO

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Juego de bolos largos del tío Marchena -flecha blanca-, a 500 metros del Estadio de fútbol de El Almarjal. Ortofotografías del vuelo aéreo de Ruiz de Alda del año 1929/30.
El Estadio de El Almarjal sede de nuestro Cartagena F.C. fue inaugurado en el año 1925 con el nombre de Stadium cartagenero y compartió durante tres décadas el Ensanche de Cartagena con el hoy desconocido, pero en su época prestigioso, juego de bolos largos de Ginés González Saura, conocido como el tío Marchena. Desaparecido al igual que el estadio, también se inundaba por las copiosas lluvias en aquellos terrenos ganados al estero, siendo en este caso testigo de las gloriosas hazañas de afamados boleros de portentosa capacidad de lanzamiento a larga distancia.

 ‘El Almarjal de Cartagena. Partido entre equipos seleccionados de Alicante y Cartagena, de este viril deporte.
Al llegar al terreno de juego parece que estamos en los aledaños de una plaza de toros. Carruajes e infinidad de bicicletas, caras conocidas de todos los pueblos del Campo de Cartagena, una animación extraordinaria como nunca con miles de aficionados y curiosos para presenciar tan magno acontecimiento. Se cruzan apuestas para con jugadores equivalentes a quienes levantan el eje de un carro o un bloque de descomunales proporciones, o lanzan el disco y la barra a distancias insospechadas, o resisten o contrarrestan el arranque de un tiro de bueyes. Se disputa uno de esos partidos que te deja la salud hecha pedazos, con jugadas de verdadero mérito gracias a sus habilidades y potentísimos tiros…
Un jugador del equipo local ha tenido la desgracia de producirse una doble fractura de húmero derecho por su tercio medio inferior, siendo asistido en el Hospital de Caridad. Felicitamos a la Policía Armada que ha evitado la invasión de público en el terreno de juego. Ahora, si queremos que este deporte tan distraído y económico siga en auge, hay que organizar partidos y desafíos para despertar la afición en el elemento joven’.


Así es como la prensa de la época -El Porvenir, 21/11/1921; El Eco de Cartagena, 24/5/1918; La Voz de Cartagena, 27/5/1924; El Noticiero, 19/4/1951- relataba estos desafíos de bolos largos en campos de más de 200 metros de longitud confundibles con pistas de aterrizaje. Una modalidad propia desaparecida en nuestra comarca hace varias décadas. Pocos jugadores de bolos largos permanecen vivos para narrar esta apasionada rivalidad ligada a una gran camaradería. Con casi 300 juegos de bolos documentados en el Campo de Cartagena incluyendo municipios limítrofes, se puede afirmar que no se construyeron en nuestras tierras espacios o instalaciones equivalentes para el juego y divertimento de tamaño y cantidad siquiera comparables. Era la época dorada de nuestra tradicional variante de bolos, que anegaba la prensa con notas como esta… ‘profesor: ¿cuántas estaciones tiene el año?; alumno: cuatro, la de fútbol, la de los trompos, la de las cometas y la de los bolos’ -La Tierra, 6/6/1931-.

Con el tiempo, mientras que otras regiones de España canalizaban y potenciaban sus tradicionales juegos de bolos, desaparecían los singulares desafíos de bolos largos entre equipos de diferentes pueblos del Campo de Cartagena, que como atestigua la prensa no tenían nada que envidiar a posteriores y populares deportes importados. Había juegos de bolos largos casi en cualquier caserío, e incluso en lugares insospechados. Pocos ciudadanos conocen la existencia del antiguo juego de bolos de la cima del Puerto de la Cadena, así como aquel situado entre el Balneario de San Pedro del Mar y la Batería de San Leandro, en el Puerto de Cartagena. Como medio de subsistencia de cientos de familias, sus ventorrillos y barracas avituallaban a boleros, caminantes, viajeros y marchantes.

Revaloricemos nuestra identidad e historia en los albores del resurgimiento del interés por la recuperación de costumbres y modos de vida tradicionales. Evitemos la pérdida de antiguas manifestaciones populares en riesgo de desaparición. Rescatemos la emoción de un tiempo pasado.

 

Web creada en 2016 por

© David José Alonso García

Profesor de Tecnología del IES Sabina Mora de Roldán (Torre Pacheco)

Actualizada en septiembre de 2024, en Cartagena de España

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